Solemos decir que el equipo es más que la suma de las partes. ¿Y por qué es eso? Porque cuando logramos crear sinergia entre las personas que conforman un grupo, el resultado forma un equipo. Es decir, un grupo de individuos que trabajan con un mismo objetivo, apalancando esfuerzos, generan aprendizajes compartidos y buenas prácticas comunes.

El valor del trabajo en equipo ha cobrado más importancia en los últimos años, tanto en grandes como en pequeñas y medianas organizaciones. Muchos estudios intentan comprender cómo aprovechar al máximo los beneficios de esta modalidad de trabajo.

La globalización exige que todas las organizaciones se vean obligadas a ser más eficientes y encarar la optimización en la calidad de sus productos o servicios, en la atención al cliente, en sus procesos de trabajo para reducir costos, etcétera. No hay duda de que es imperioso incluir avances tecnológicos en toda actividad para optimizar procesos y resultados, pero no menos importante es tener recursos humanos idóneos, pero también dispuestos a implementar nuevas tecnologías y los cambios que las mismas traen aparejados.

Una de las claves para lograr empresas innovadoras es lograr equipos de trabajo heterogéneos. Hay que tener en cuenta que un grupo de trabajo lo conforman individuos con intereses, valores, ideas y formas de comunicarse diferentes y también con ritmos diferenciados. Estas diferencias en otros tiempos podían ser percibidas como posibles generadores de desgastes personales, desmotivación, bajo rendimiento o alta deserción, entre otros. Hoy se interpreta lo contario, es decir, estas diferencias deben ser aprovechadas en pos de un desempeño exitoso, ya que son las que motivan la generación de nuevas ideas y propuestas; en otras palabras, promueven la creatividad. Esto permitirá posteriormente que puedan interactuar de manera alineada, enfocados hacia el objetivo común.

Todo equipo de trabajo requiere que los objetivos sean muy claros y conocidos en profundidad por todos los integrantes, para lo cual resulta indispensable una excelente comunicación interna. La claridad y fluidez en la comunicación de los objetivos a cumplir, las estrategias a utilizar, los avances y logros que se van obteniendo resultan de un inmenso valor para sostener la motivación del equipo. También es importante reconocer el desempeño y los logros que se van obteniendo, tanto en forma individual como del grupo. Esto permite alejarnos, en mayor o menor medida, de los antiguos procesos de control «por tareas» para pasar al control «por objetivos», lo que genera empowerment de los colaboradores hacia la empresa, logrando mayor compromiso y mejores resultados.

Si bien el trabajo en equipo requiere un liderazgo claramente presente que guíe su funcionamiento, también resulta de suma importancia que los integrantes individualmente tengan su espacio para expresar sus ideas y sugerencias personales y realizar sus aportes al proyecto general. Este es el cambio de paradigma del «jefe tradicional» al «líder actual». De esta manera se mantendrá un equipo comprometido y permanentemente motivado.

Estos conceptos ocupan gran parte de la agenda, no solamente de los grandes empresarios, sino también, como tendencia generalizada, en las pymes, empresas familiares e inclusive en emprendimientos y startups, con la clara convicción de que estos procesos de profesionalización pueden aumentar notablemente los resultados alcanzados.

 

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